Enfrentado a la muerte, Foxá escribió esta “Melancolía del desaparecer”.
Y pensar que después que yo me muera,
aún surgirán mañanas luminosas,
que bajo un cielo azul, la primavera,
indiferente a mi mansión postrera,
se encarnará en la seda de las rosas.
Y pensar que, desnuda, azul, lasciva,
sobre mis huesos danzará la vida,
y que habrá nuevos cielos de escarlata,
bañados por la luz del sol poniente
y noches llenas de esa luz de plata,
que inundaban mi vieja serenata,
cuando aún cantaba Dios, bajo mi frente.
Y pensar que no puedo en mi egoísmo
llevarme al sol ni al cielo en mi mortaja;
que he de marchar yo solo hacia el abismo,
y que la luna brillará lo mismo
y ya no la veré desde mi caja.
Agustín de Foxá.
Buena parte de mi adolescencia con mi Rimbaud bajo el brazo camino de El Retiro cruzando bajo la placa municipal del “En este edificio vivió… Agustín de Foxá”, creo recordar. Gracias amigos por este poema que no conocía. Qué solos se quedan los muertos…
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Qué gran poema , donde el autor expresa en unos versos formalmente perfectos y con una melancolía con la cual conecto totalmente, cuando pienso en las últimas horas en las que todos imaginamos por descuido alguna vez.
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