Delfín Carbonell Picazo Marshall (Valencia, 1912-2002) fue Teniente de Intendencia del ejército republicano en la ciudad de Murcia durante la Guerra Civil española (1936-39). Licenciado en Filosofía y Letras, fundó las Academias Marshall de idiomas; novelista, ensayista, poeta, pintor y filólogo, escribió también el método The English You Need, con el cual aprendieron inglés varias generaciones. Miren lo que en su día tecleó a máquina…






Pues parece que al sr. Delfín Carbonell no le fue mal en esa – que el pinta- horrenda España franquista. Fue pronto absuelto, fundó sus academias, escribio manuales, prosperó… verdaderamente horrible.
Habría sido muchísimo mejor, quien lo duda, una vida en el paraíso comunista que el Frente Popular y su ejército rojo nos tenían reservada. Ejército de admiradores, discípulos y lacayos de Stalin, gentes de odio, de envidia y de revancha, criminales chequistas, violadores, torturadores sádicos, fratricidas -se mataron entre ellos a mansalva en sus propias guerras intestinas-, casta de frustrados que despreciaban, y desprecian, el honor y la honradez.
Usaban, y usan, sin atisbo de pudor, la mentira como arma revolucionaria. Cobardes que hacen leña del arbol caído y escupen su negra bilis, a toro pasado, sobre quienes ya no pueden defenderse.
Y no, el pueblo no estuvo con ellos, ni durante ni después de la guerra. Ese pueblo que les sufría en la España roja pronto empezó a detestarles por su brutalidad stalinista y recibió al ejército nacional como lo que fue, un ejército de liberación que les sacó de aquella pesadilla.
Su causa no era en absoluto justa sino criminal, y las potencias internacionales pronto reconocieron el percal. Pero si el Frente Popular -recua de tiranos comunistas, anarquistas y separatistas a quienes la República se la traía al pairo- perdió la guerra, no fue por falta de apoyo de esas potencias que dice el tal Carbonell, pues ese apoyo lo suplió con creces la Unión Soviética, sino por sus propios méritos. Es decir, por el indescriptible caos, la opresión y el terror infernal que implantaron en la torturada España que ellos dominaron durante tres años de horror.
En fin, testimonio este de uno de tantos Carbonelles, ínfimos y miserables personajillos que, aprovechando las circunstancias, se decidió a pegar lanzadas a moro muerto. Ejemplo de las heróicas huestes en las que militaron… ¡vaya tropa!
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No, no le fue mal, gracias a su tesón, esfuerzo y constancia. Mi padre no era de partidos, pero sí demócrata recalcitrante. Sus hermanos emigraron. Él se quedó y apechugó con lo que había.
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